

Gabel asistió junto a todo su ejército y así también lo hizo Malor. Malor envió un mensajero a Gabel para citarlo a un duelo a muerte, tras el cual terminaría la guerra. El odio entre cada lado crecía y la guerra parecía no tener fin, y nadie esperaba que así fuera, puesto que si un lado ganaba, lo haría sólo en números que pondrían en riesgo a la propia especie. El tiempo pasaba y tanto Gabel como Malor fueron adquiriendo más seguidores, hasta el punto en que ambos lados estuvieron casi igualados en poder. Fue así como empezó la guerra más grande de Darama entre los Marids y los Efreets, la cual duraría por generaciones. A pesar de lo eficaz de su ataque, Malor no pudo matar a Gabel, quien escapó a tiempo gracias al oportuno aviso de su guardia y amigo Fa’hradin. Fue de este modo como una noche, el ejército de Malor atacó el palacio con la intención de matar al rey Gabel y a todos los que se resistieran.

Muchos Djinns se rehusaron, mientras que los más fuertes guerreros parecían sumarse sin problemas a su causa. Malor, un poderoso general del ejército de Djinns, planeó en secreto la liberación de los Djinns que estaban en contra de los nuevos ideales de Gabel y su muerte. Sin embargo, no todos los Djinns estaban dispuestos a aceptar esta idea. Gabel aceptó esta idea, e intentó dirigir a su raza hacia un futuro en que tanto los Djinns como los humanos convivieran en armonía. El profeta Daraman habló con Gabel, el rey de los Djinns, y le comunicó sus intenciones de terminar la guerra y fortalecer la paz y la amistad entre todas las razas. Aunque inicialmente los Djinns eran tan poderosos enemigos de los humanos que la guerra podría haberse propagado sin fin, una serie de acontecimientos tornó su destino hacia algo muy distinto. Desde los tiempos en que el primer humano, Banor, y el adorado profeta Daraman habitaban en Tibia, los humanos del continente de Darama han convivido con una raza bastante particular, los Djinns.
